Crisis de Evergrande: ahora China genera preocupación. Los banqueros centrales se reúnen en Jackson Hole.

La crisis en el sector inmobiliario de China arroja su sombra sobre Jackson Hole, donde del 24 al 26 de agosto, los banqueros centrales se reunirán como es habitual para evaluar la política monetaria. Entre los desafíos de las tasas de interés y una inflación en aumento, la «cuestión china» se presenta con fuerza: la economía del Dragón no solo está desacelerando, sino que está afectada por crisis que amenazan con sacudir al mundo entero, complicando el trabajo de los bancos centrales que ya están en primera línea tratando de controlar el aumento de los precios.
En el escenario del Parque Nacional de Grand Teton en Wyoming, todas las miradas están puestas en Jerome Powell. De hecho, será el presidente de la Reserva Federal quien dirija el simposio, que este año lleva el título de «Cambios estructurales en la economía global», y quien delinee el posible camino a seguir para el banco central. Un camino en el que Pekín podría tener un peso significativo.
La crisis de Evergrande en los Estados Unidos y la del gigante Zhongrong International Trust están generando nerviosismo no solo entre los inversionistas, sino también entre los bancos centrales, principalmente la Fed. Por ahora, la alarma está contenida, pero muchos expertos temen el efecto contagio.
Las declaraciones de Steve Rattner.
«He reajustado mis posturas optimistas sobre China», admite Steve Rattner, ex miembro de la administración Obama y actual líder de Willett Advisors, observando cómo uno de los problemas del Dragón es el hecho de que el presidente Xi Jinping no es un experto en economía, por lo que sus recetas para resolver posibles problemas económicos y financieros corren el riesgo de tener efectos no positivos.
¿Qué sucede si la crisis de Evergrande no se resuelve?
Una eventual crisis en China no se propagaría al resto del mundo a través de canales financieros, ya que Pekín no está lo suficientemente integrada en el sistema global, destacan algunos analistas. Según estos expertos, entre los canales de transmisión se encuentran los precios de las materias primas y una posible disminución de la confianza, lo que podría desencadenar una «aversión al riesgo» capaz de apreciar el dólar.
Sin embargo, el canal que genera mayor preocupación es el de la economía real. Y esta no es una buena noticia, dado que China es la segunda economía mundial después de Estados Unidos y ambas economías están estrechamente vinculadas.
El crecimiento chino ya ha sido revisado a la baja para este año por los principales bancos: Barclays estima un +4,5% en comparación con el previo 4,9%, Nomura prevé un +4,6%, mientras que Morgan Stanley y JPMorgan estiman un +4,7% y un +4,8%, respectivamente. Mizuho es la más optimista con un +5,0%.
«Desde hace tiempo, he estado pensando que en algún momento el coloso chino se desaceleraría», comenta Larry Summers, ex Secretario del Tesoro de Estados Unidos, en una entrevista con Bloomberg. Expresando su preocupación por la posibilidad de que Estados Unidos pueda convertirse en el «objetivo de la frustración china», Summers insta a Washington a la cautela y a ajustar su enfoque hacia Pekín.
Crisis de Evergrande: factor de riesgo
La Secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, recientemente ha lanzado una advertencia sobre el crecimiento chino, refiriéndose a él como un «factor de riesgo». Sin embargo, sigue expresando optimismo sobre la resistencia de la economía estadounidense, que continúa avanzando a pesar de la campaña agresiva de aumentos en las tasas de interés por parte de la Fed.
Según los analistas, un desaceleramiento moderado del crecimiento en Pekín tendría un impacto limitado en Estados Unidos y en las consideraciones de la Fed. Sin embargo, si China experimentara una espiral descendente, la aversión al riesgo y las condiciones financieras más restrictivas que resultarían podrían llevar a la Fed a intervenir y reducir las tasas antes de lo previsto. Es un escenario en desarrollo y se suma a la guerra en Ucrania y las tensiones geopolíticas entre Washington y Pekín, que por el momento parecen estar en aumento.